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Mabel Caretta CPA del IMIT, pionera en el uso de herramientas informáticas en el Nordeste
Luego de 42 años en el CONICET, Mabel Caretta nos cuenta cómo se implementó el uso de las primeras computadoras que llegaron a los institutos de la región NEA, y algunos de sus muchos aportes a un instituto de ciencias sociales (IIGHI) y a un instituto de ciencias naturales (IMIT).
Mabel nos cuenta cómo se implementó el uso de las primeras computadoras que llegaron a los institutos de la región NEA.
Mabel, llegaste a Corrientes en el año 1978 a estudiar en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNNE y antes de finalizar la carrera de Experto en Estadística y Computación surgió una propuesta en el ámbito laboral. Nos contás cómo fueron los comienzos?
MAC: Bueno, antes de recibirme trabajé en una empresa privada del medio, uno de los primeros centros de cómputos de la región. Allí me especialicé en el área de programación y tuve la oportunidad de realizar un curso para una computadora IBM 5120 que utilizaba el lenguaje BASIC, bajo el sistema operativo DOS. Se puede decir que ese equipo era lo más parecido a una computadora personal como las conocemos hoy.
Ese primer aprendizaje con la computadora me permitió buscar nuevas ofertas laborales. Mi primer jefe de programación en ese entonces comentó que “en un laboratorio por la ruta Nº 5 tenían la IBM 5120 pero no disponían de personal que la opere”. Sin saberlo llegué a la sede de lo que en ese entonces era el Instituto de Investigaciones de Historia y Geografía, actual Instituto de Investigaciones Geohistóricas - IIGHI. Por supuesto yo no conocía acerca del CONICET porque había muy poca difusión de las actividades del Consejo en los medios, al menos en la región NEA.
¿y como fue tu ingreso al CONICET?
MAC: Ingresé al IIGHI en 1981 como subsidiada, algo parecido a un contrato y al año siguiente accedí a un cargo en planta permanente como Personal de la Carrera de Apoyo, CPA. Al comienzo me aboqué al área de Geografía. Mi tarea consistía en procesar datos de los censos nacionales de población y agropecuarios. Como no existía nada digitalizado fue un trabajo muy “a pulmón” en algunos aspectos.
Ya en la década del 90 aparecieron las primeras PC y los procesadores de textos más rudimentarios como Word Star, uno de los “programas de escritura” más importantes, el “Harvard Graphics” para desarrollos de gráficos estadísticos, todos estos bajo DOS. Los investigadores y becarios del área de sociales abandonaron progresivamente las máquinas de escribir para ingresar al mundo de los procesadores de texto. Digo esto porque sólo teníamos 4 equipos, por lo que debíamos asignar turnos para que pudieran realizar sus actividades. Gran parte de la jornada diaria transcurría en el asesoramiento sobre el uso de las PC. La comunicación con Sede Central era por correo postal o teléfono. Con los años aparecieron las conexiones a internet, el uso de emails y página web.
En ese contexto institucional cómo se fueron reconfigurando tus tareas habituales?
MAC: Se dio en forma gradual y donde más se puso de manifiesto esa transformación fue en la edición de publicaciones. Ingresé al área, a colaborar con el proceso editorial de libros, revistas, cuadernos docentes, actas de encuentro de Geohistoria, que primero se realizaban completamente en papel y luego se fueron digitalizando. Me formé en diferentes programas de diseño como Page Maker, Corel Draw, Photoshop, In Desing, Illustrator, entre otros, los que se utilizaban para obtener una publicación de mejor calidad. En un principio armábamos los originales que eran enviados a la imprenta. Esa etapa fue muy enriquecedora porque transitamos todas las transformaciones de lo que significó ir del papel a lo digital. Aunque no llegué a participar de las publicaciones totalmente digitales del IIGHI con el software OJS de acceso abierto porque coincidió con mi traslado a Corrientes. Algo que había buscado durante muchos años.
En Corrientes llegaste al IMIT, un instituto del área de las ciencias “duras”, cómo fue tu experiencia en ese sentido?
MAC: En junio de 2014 ingresé al IMIT. El cambio de área significó otro desafío ya que de un instituto de Ciencias Sociales pasé a otro de Ciencias Exactas. Sin embargo, en el IMIT me recibieron muy bien y en poco tiempo fui encontrando “mi lugar”. Comencé a trabajar en el área de Secretaría en apoyo a la Dirección colaborando en tareas administrativas. Me adapté rápidamente gracias a la ayuda de quienes fueron desde entonces mis compañeras de trabajo M. Eugenia [Gómez] y luego Carolina [Alemán Urquiza]. En ese momento y como parte de las políticas de comunicación, el CONICET permitió alojar contenido web de las Unidades Ejecutoras (UE) en los propios servidores del organismo unificando así los formatos a través del wordpress. Una de las tareas principales que asumí fue la migración de la página web del IMIT al host de CONICET y a partir de ese momento también estuve a cargo de las actualizaciones periódicas.
Luego me incorporé a la organización de los ciclos de seminarios sistematizando la actividad que ya se venía realizando desde el año 2013. Como parte de los objetivos de promoción y comunicación de la ciencia del IMIT integré el equipo de trabajo aportando desde el diseño en la edición de material gráfico para difusión de eventos como Semana de la Ciencia, Concursos Científicos, Jornadas de Puertas abiertas, entre otras tantas propuestas. Desde 2017 participé como curadora en el Repositorio Institucional CONICET Digital procesando las publicaciones científicas de los investigadores del Instituto y en los últimos años de este trayecto coordiné el área de publicaciones para Redes Sociales en las cuentas de Instagram y Facebook del Instituto, para complementar la difusión de actividades a través de las nuevas formas de comunicación en red.
A partir de la jubilación comienza una nueva etapa en tu vida, qué te llevás en la “mochila” para continuar tu camino?
MAC: Cuando miro hacia atrás, no puedo creer que me inicié programando con tarjetas perforadas (!). Hoy resulta inimaginable pensar nuestras tareas cotidianas reducidas solo al espacio local porque vivimos vinculados con el mundo. Pero además de lo aprendido en estos 42 años de trabajo, lo más importante que rescato es el valor y la potencia de lo humano, de los vínculos que fuimos generando con quienes me tocó trabajar. Algo que siempre dije “en el trabajo dejamos la mitad de nuestra vida por eso es importante transitarlo de la mejor manera posible” y creo haberlo logrado.
Seguramente, quienes hemos compartido más de cerca tu trajinar hemos disfrutado mucho del espíritu inquieto y sensible que te caracteriza.