EL Lic. en Filosofía, Martín Simesen de Bielke, becario de CONICET brindo una introducción a la noción de tiempo en filosofía a partir de los desarrollos de Aristóteles y Martin Heidegger. Este último sostiene, a finales de la década del ’20, que ningún intento serio por desentrañar el problema del tiempo puede pasar por alto la tematización de Aristóteles. Su maestro, Edmund Husserl, había dicho ya lo mismo acerca de San Agustín. Y no sería un error, por cierto, afirmar que ningún intento de comprender el problema del tiempo en el siglo XX puede prescindir de la tematización de Husserl y, sobre todo, de su mejor discípulo: Martin Heidegger.
En la historia de la filosofía, la cuestión del tiempo aparece por primera vez en un marco sistemático en Física (libro IV). El tiempo, sostiene allí Aristóteles, parece ser una de las condiciones de posibilidad del movimiento, en tanto el despliegue de las fases de cualquier tipo de cambio requiere de un espacio de tiempo. Esta constatación del intelecto vulgar conduce a la pregunta filosófica por el tiempo en relación con el movimiento. Aristóteles da una definición del tiempo que se hará célebre en la antigüedad y, antes de cerrar la discusión, pregunta si es posible su existencia “separada”, es decir: ¿Habría tiempo sin el “alma” (ψυχή) que percibe los cambios? ¿Basta con el movimiento “exterior” para que haya tiempo, o la existencia y subsistencia del tiempo depende en algún modo de nosotros?
En la Antigüedad tardía y en el Medioevo, el concepto aristotélico de tiempo capta el interés de Simplicio, Plotino y Tomás de Aquino. Ya en el siglo XX, casi a finales de la década del ‘20, Martin Heidegger afirma que el concepto aristotélico de tiempo se encuentra a la base de toda comprensión filosófica y científica del tiempo, desde la Antigüedad hasta la Modernidad y la época contemporánea. Heidegger piensa que la idea de tiempo como un parámetro (absoluto o relativo) y como una serie de ahoras, surgida con los griegos (y, a su modo de ver, vigente inclusive en las geometrías no-euclideanas y en la Relatividad) ha impedido el acceso al concepto “originario” de tiempo: la “temporalidad”. Para Heidegger, la filosofía es fundamentalmente pregunta por el sentido del “ser”. La tesis central de la obra capital de Heidegger (Ser y Tiempo), dice: ‘el “ser” se comprende siempre a partir del horizonte del tiempo’, pero la filosofía no ha sido consciente de esta función “hermenéutica” del tiempo. Heidegger se propone entonces elucidar de qué modo ha sido comprendido históricamente el ‘ser’ a partir de un concepto impropio de tiempo. Se trata sobre todo de rehabilitar la pregunta central de la filosofía desde sus comienzos en Grecia, una pregunta que, para Heidegger, ha caído en el olvido: “¿Qué significa “ser”?